Mi amiga Yolanda ha sido una de las viajeras que he recibido con el corazón abierto este verano en India.
Después de su regreso a España. Yolanda me envía este bello testimonio de lo que ha sido para ella este viaje.
¡Gracias Yolanda!
Después de su regreso a España. Yolanda me envía este bello testimonio de lo que ha sido para ella este viaje.
¡Gracias Yolanda!
Nunca estás preparada para viajar a la India
por primera vez.
Cuando te bajas del avión el choque cultural
te da una bofetada en la cara. O te libras de los prejuicios o te va doliendo
todo el camino.
Difícil no hacer un relato lleno de tópicos.
Empezaré por el final.
La última noche me escapé sola a la playa.
Tenía algo de miedo. No había luna. Me apañe con la linterna del móvil. Las
olas eran enormes. Me senté en una roca y respiré. Era mi última noche en la
India, quería atrapar el instante.
Estaba en Kerala, a 7500 km de casa y me
sentía absolutamente agradecida, feliz.
No sé cuando estallaría la bomba, pero en
algún momento lo haría, la emoción y la intensidad de lo vivido habían
traspasado la capa de turista occidental
y en algún momento se colarían por los poros de la piel y penetrarían en
lo más hondo.
Pero esta noche no, esta noche sólo quiero
respirar de nuevo este aire y sentir la plenitud de los deseos conseguidos,
porque todo empezó hace mucho más tiempo…
Viajar a la india cumplía dos deseos en uno.
El primero viajar por el mundo para visitar a mis amigas. Ese era un reto que
me había planteado hace unos años y que iba consiguiendo poco a poco.
Cristina y yo nos conocíamos desde hace doce
años, nuestros hijos iban juntos a un parque a la salida de la guardería en un
pueblo de la sierra de Madrid. Cuando se fue a vivir a India me pareció de una
valentía inusitada, pero cuando en uno de sus viajes a España nos comentó que
iba a organizar viajes a India, que iba a ayudar a un montón de gente de aquel
país y además enseñar a los españoles que quisieran un viaje diferente por los
sitios que más le gustaban me pareció
directamente una locura.
Todas las amigas la apoyamos al instante, por
supuesto.
Tres años después lo compruebo in situ, porque
el viaje que Cristina y su compañero Ravi han diseñado es bastante novedoso.
Consiste en conocer las costumbres, los dioses, las castas, la medicina, las
ceremonias, la música, el yoga, etc, en unas amenas clases antes de perderte
por esas calles del fin del mundo. Sus enseñanzas y su experiencia han sido imprescindibles
para intentar comprender, aunque sólo sea una milésima, las grandes
contradicciones de este país.
Nuestra mentalidad occidental cae hecha
añicos.
Una ceremonia al amanecer a orillas del Ganges
te reconcilia con una cultura que ni en cien años vas a poder entender.
La espiritualidad, la meditación, el yoga a
veces se puede confundir con una moda, pero en India es una manera de vivir.
Nunca dejan de rezar, nunca dejan de creer.
Y esa es la gran lección que un país menos
desarrollado que el nuestro nos enseña a los orgullosos burgueses occidentales.
Otra cosa es que estemos preparados para
aprender.
33 millones de dioses, nombres impronunciables
y el destino como ley.
Nosotros vivimos en la opulencia del
capitalismo pero buscamos desesperadamente conectarnos con lo sagrado, ellos viven
en la pobreza material pero llevan lo sagrado pegado a la piel.
A veces los prejuicios juegan malas pasadas, y
entonces plaf!!! Otra vez la bofetada.
El viaje real, los lugares que hemos visitado,
el Tal Majal, el fuerte rojo, Varanasi, los paseos en barca por el Ganges, el
crematorio al pie del río, las comidas (no pique, no pique) y las cenas en un
restaurante con terraza de césped natural están en las fotos.
Las clases de yoga, los masajes ayurvédicos,
la música, los paseos en moto o en tuc-tuc serán las anécdotas más comentadas
en las reuniones del grupo cuando volvamos a Madrid. Y el viaje en tren, claro,
aquella noche de risas en aquel tren surrealista es un clásico para todos los
que viajan con Cristina y Ravi.
Pero el viaje interior es otra cosa. Las noches calurosas intentando comprender
¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es este calor que no te deja pensar? Mañana le
pregunto a Cristina si nunca tiene dudas, si no hay veces que quiere salir
corriendo a España a refugiarse en el sillón de la comodidad.
¡Que ingenua! Como si no supiera que cuando una
persona cumple su destino no hay dudas.
Escribo la palabra destino y me acuerdo de las
conversaciones-discusiones con Ravi acerca del destino. Qué maravilla compartir
aquellas charlas con los compañeros de viaje, aquellos desayunos con mil preguntas
mientras nos comíamos unos jugosos mangos. Y las papayas, claro, papayitas y
papayon… jajaja!
Que importante las personas que te acompañan
en el camino, como cada una de ellas tiene algo que aportar, un punto de vista
diferente que lejos de casa se agiganta y se defiende.
Que mágicos son los momentos grupales de
descubrimiento de la belleza en un país nunca visitado. Me gusta el grupo,
somos pocos, vamos ágiles, estamos casi siempre de acuerdo. Nos gusta quedarnos
charlando por la noche en la terraza. Nos vamos conociendo. Hay respeto, hay
cariño, hay unión.
Pocos días después me despido, inicio sola el
segundo viaje, el segundo deseo. Ir a Kerala al asrham de AMMA, una líder
espiritual India que ha abrazado a más de 35 millones de personas en todo el
mundo y a la que admiro desde hace tiempo. El asrham está situado cerca de la
playa, aquella playa de altas olas a la que me escapo la última noche. Un par
de años antes había escrito una obra teatral sobre la vida en aquel lugar,
sobre la vida cerca de AMMA, y ahora
estaba allí.
Tan lejos de todo. Tan cerca de mí.
Pero
ese ya es otro viaje, un viaje más íntimo que quizás escriba en otra ocasión.
Gracias a Inmaculada, Mª Angeles y Carlos por
hacer tan fácil los deseos, por las risas, y las comidas en grupo, gracias a Laura y Joan
que compartieron sus experiencias en aquel país con nosotros. Gracias a Eva y
Carmen que vinieron al ashram a compartir aquella magia.
Y por supuesto gracias a Ravi por su paciencia
y su inteligencia y a Cristina, bueno, amiga, te lo diré cada vez que te vea.
Haces mucho bien a las personas que te rodean. Ha sido un sueño verte en India
y llegar a comprender, sólo un poco, porque amas ese país.
YOLANDA
DORADO
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